6 de mayo de 2011

VI. Cabos sueltos

Pasaron tres días y no me moví de mi cama.
Registré aquella casa antes de salir de allí. Estaba vacía. No había ni sábanas, sólo un edredón cubierto de polvo cuidadosamente doblado sobre un colchón mugriento. El olor no era nada desagradable, quizá por los huevos, que habían reventado, pero ni cerca del cadáver olía fuerte; lo habría tocado para saber si aun estaba caliente, pero, no se por qué, no pude tocarlo después de conocer su identidad. Guardé el pasaporte y, ya de noche, volví a mi apartamento.
No lo escribí en el cuaderno. Escondí la identificación de Henry detrás de la nevera e intenté dormir. Tres días sin pegar ojo, otra vez.
No dejaba de darle vueltas, Henry Cotton... ¿por qué ese nombre? ¿por qué me atracó a mí? ¿por qué cojones le seguí? Ni siquiera sabía qué iba a decir o hacer cuando me encontrara con él. Y lo más importante, ¿en qué mierda estaba pensando para coger el pasaporte, registrar la casa, salir de allí y no llamar a la policía? Creo que tengo un problema, más allá de mi desequilibrio mental.
Se me ocurrió mirar el pasaporte. Había estado en India, Uganda, Nueva Zelanda, Italia y EEUU, recientemente, llevaba dos años viajando.. Tenía cincuenta y tres años. ¿Qué le habría sacado de Reino Unido, si antes no había movido un pié del país? Supongo que estaría huyendo de su verdugo. Pero, ¿por qué se llamaba Henry Cotton?
Me levanté y calenté unos macarrones con queso de la semana pasada, me serví un vaso de leche y cuando me dispusé a comer llamaron a la puerta.
Llamaron a la puerta. Obviamente, no solía tener visitas. Me invadió una sensación de pavor, superada por una racionalidad y seguridad abrumadoras. Abrí y entró un hombre sin decir nada. Tendría más de setenta años. Se bebió el vaso de leche y se sentó en la única silla que había en la habitación.
-Gio, esto te supera.- Casi susurraba.
-¿Qué?
-Pero supongo que ya no hay vuelta atrás. Henry huía. Te atracó intentando que le denunciaras, le capturaran y le encerraran una temporada. Pensó que en la cárcel estaría a salvo. No obstante, se equivocaba, pero lo intentó.
-¿Quién era?- No le sentó muy bien que le interrumpiera, aunque de todas formas contestó.
-Henry Cotton.- No fue de mucha ayuda, desde luego. Siguió hablando. -Es irrelevante, ahora está muerto. Gio, supongo que tienes demasiadas preguntas que podría resolverte, pero sé que no vas a insistir, así que te diré lo esencial. El hombre al que seguías hace unos meses te seguía a ti, quería involucrarte en esto y yo pude impedirlo temporalmente. Tampoco fue accidental que le bautizaras como Henry Cotton.- ¡¿Cómo sabía eso?! -Se llama Isaac Dhaorj. Irás a verle, está en Nueva Delhi.
Me dio un sobre cerrado. -Ahí está tu billete, algo de dinero y cuatro cosas que debes tener en cuenta. Sales mañana a las nueve de la noche. Cambiando de tema, no te preocupes por Henry, no le echará nadie de menos, y jamás encontrarán el cadáver. Coge también su pasaporte.
Se levantó y se dirigió a la puerta, cuando se disponía a salir se giró pensativo, como si se le hubiera olvidado algo, pero era demasiado forzado como para que no fuera premeditado. -Por cierto Gio, no puedes huir.
Cerró la puerta tras de sí. Lo que sentía era casi júbilo, me dio la sensación por primera vez de que era parte de algo, aunque predecía que no iba a ser agradable. Me costaba ver con claridad, llevaba bastante sin dormir, y la realidad parecía difusa. No me había dicho su nombre y no me di cuenta hasta que decidí relatar lo ocurrido en el sucesario, ahora sí, desde el atraco. En el papel con las indicaciones especificaba que Isaac era Israelí, que, aun siendo quien era yo, no confiaría en mí facilmente y que era un hombre muy susceptible. Además indicaba una dirección. Debería tener cuidado. Abajo a la derecha había un pequeño símbolo, parecido a un blasón: una cruz verde de tres extremos, como si hubieran borrado el inferior, alrededor de la cruz una soga gris la rodeaba en forma de semicircunferencia. El fondo era ligeramente ocre, con forma triangular.
No dudé en subirme a ese avión.

Volando pude dormir, apenas recuerdo nada del viaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario